Soy su padre no su entrenador!


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Es una realidad indiscutible que algunos padres nos involucramos más que otros en la vida deportiva de nuestros hijos, y pienso eso no tiene nada de malo siempre y cuando no crucemos la delgada línea que nos separa del entrenador, estos para el correcto desempeño de su trabajo deben tener su propio espacio donde puedan ejercer con tranquilidad y profesionalismo el trabajo para lo cual fueron contratados y poder desarrollar las habilidades deportivas de nuestros jóvenes atletas.

Vivimos en tiempos difíciles donde parece existir una grave crisis de valores; Los entrenadores de nuestros hijos en una especie de patria potestad compartida aparte de su trabajo deportivo deben también ejercer el rol de educadores de nuestros niños y jóvenes. Siempre he pensado y he mantenido que no sólo deben formarlos como atletas, los entrenadores al ser una de las personas que más influencia ejercen sobre nuestros hijos tienen el deber de ayudarnos en la noble y difícil tarea de educar a nuestros hijos para que aparte de ser excelentes atletas sean buenos ciudadanos, y sobre todo que sean felices practicando deportes.

Nosotros como padres no podemos ni debemos permanecer alejados de la vida deportiva de nuestros hijos, así como cuidamos que tengan una buena educación formal y cuidamos que no les falte el sustento diario. es muy importante también asegurarnos que tengan una buena formación deportiva, donde los valores como honestidad, humildad, ética deportiva, solidaridad, tolerancia y juego limpio entre otros sean parte de su formación deportiva y a la vez asegurarnos que estos valores sean reforzados con la educación que les demos en casa.

Intentemos darles a nuestros entrenadores toda la ayuda que podamos puesto que ellos hacen un gran esfuerzo por entrenar a nuestros hijos, siempre manteniendo una debida distancia para no entorpecer su trabajo. Pero si notamos que algo no está bien tenemos el derecho de conversarlo con ellos y con mucho respeto manifestarles nuestro desacuerdo ante determinada situación.

Ciertamente algunos no somos los padres perfectos,  sin embargo el ser padres o madres de hijos deportistas tenemos el deber insoslayable de apoyarlos en el deporte que han escogido y que representa para ellos su estilo de vida, y ese deber no acaba jamás.

La buena preparación deportiva debe ir siempre de la mano de una buena formación ciudadana en sano equilibrio, vamos asegurarnos que nuestros hijos crezcan felices haciendo deporte para poder decir con orgullo: Yo soy su padre, no su entrenador!

 


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